Hugo Montes (Premio Nacional de Educación)
"Los alumnos hoy día salen de cuarto medio sin saber las cuatro operaciones lingüísticas básicas: Escuchar, hablar (el vocabulario se ha restringido al máximo), leer (lo hacen sin entender) y escribir. También, (...) ha perdido el dominio instrumental de las matemáticas, además de manifestar una generalizada ignorancia que es vergonzosa: Universitarios que piensan que Ercilla es una revista y nunca tuvieron ni de cerca La Araucana para hojearla, saber de qué se trataba y que forma parte de nuestra historia". (...)
Los programas de estudios que hoy circulan en las escuelas fueron impuestos por el ministerio de la época (1998) de la noche a la mañana a los profesores sin mayor consulta a las facultades formadoras de docentes. Conclusión: los educativos encargados de llevar a cabo la reforma no pudieron colaborar con ella, no porque no quisieran o les faltara compromiso, sino por que no estaban preparados para seguir "los nuevos objetivos fundamentales y contenidos mínimos". Programas que fueron formulados en términos de "conocimientos" y no de "sabiduría" y que de "mínimos" tienen poco, pues contienen un exceso de materias, muy desordenadas, inadecuadamente presentadas, sin orden cronológico ni lógico ni principio ordenador y, por si fuera poco, con una nomenclatura cursi, siútica e innecesariamente abstrusa ("no confundir el eje paradigmático con el eje parasintalagmático").
Por eso creo necesario repensar el curriculum, señalar objetivos precisos y cabalmente fundamentales, así como contenidos realmente mínimos, dado su carácter de obligatorio, y adecuadamente concatenados, de modo que se relacionaran entre sí de nivel en nivel , permitiendo una mejor recepción de los estudiantes. Además de ser flexibles o adaptables al alumnado diverso del país y a la realidad misma de los cursos y, si es posible, hasta de los individuos.
Por eso mismo, la formación de los docentes no puede estar supeditada al programa educativo de un Gobierno u otro, sino más bien plantearse en términos más humanos y menos pragmáticos, de tal modo que se relacionen con aquello que tienen que aplicar, pero al mismo tiempo, tenga un fundamento humano científico. En ese sentido parece indispensable promover los estudios superiores de educación propiamente tal, porque hasta el momento, los doctorados de educación escasean.
(El Mercurio-06-08-06)
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